Need for Speed: edición MundoReal
Eso plantea un interesante reto, que es llegar vivo y sin multas (en breve, sin perder puntos) a casa. Y en mi caso, no puede ser más desafiante: salgo de la sala de máquinas de la oficina de una entidad financiera situada en un barrio barrio, para llegar a mi casa, situada en otro barrio barrio justo en la otra punta (literalmente) de Sevilla. Y para llegar antes, cojo por la circunvalación SE-30, en cualquiera de las dos direcciones, porque tardo exactamente lo mismo. De antípoda a antípoda.
Un ejemplo práctico, mi vuelta a casa anoche. Salgo del garaje de los trabajadores, y espero el momento oportuno en el que no pase un coche con reggetón (allí he llegado a ver pasar 5 en 3 minutos) ni una moto haciendo un caballito, ni un quad a dos ruedas. Salgo. Avanzo. Cruzan peatones, niños y mayores, aleatoriamente por cualquier punto. Pisada de freno repentina. Continúo. Coche o moto que pasa del ceda el paso. Otra vez me paro. Así cinco minutos. Por fin, salgo por la avenida donde está el cementerio. Un par de coches pasan haciendo slalom. Llego a la Ronda Norte, mucho tráfico, pero con semáforos. Y mi afición favorita: molestar a quien viene detrás. ¿Cómo? pues parándome en los semáforos en rojo. Es muy divertido.
Por fin, tras el último cruce con semáforos, comienza la SE-30. Las señales con el 80, de adorno. Entre los pocos coches que respetan esa velocidad, hacen slalom más coches con reggetón y con sus ocupantes gritando como simios a todo conductor a cuya vera pasen. Yo a lo mío, a 90 y adelantando a los camiones y a los de la L, que los hay. Y procurando no alterarme con el típico que se pone a 3 metros detrás tuya para que le pises más aún. Hasta que le da por adelantarte por la derecha y mirarte con cara de burla, como diciéndote "conducir no se inventó para los cobardes".
Salida de la SE-30: Avenida de la Paz. Uno de los pocos sitios donde los yonkis aún practican el clásico semaforazo. Aún quedan cerca de un semáforo restos de cristales en el suelo del último que lo sufrió. En el primer semáforo, mis cosas al suelo del copiloto, por si acaso. Indirecto a la izquierda, entro en mi barriada, o más bien en la ronda que la separa de las famosas tres mil viviendas. Es menos de un kilómetro, pero pasa lo mismo que en la barriada de donde salí, con los frenazos repentinos se tarda un poco más de la cuenta. Llego a mi garaje, abro la puerta con el mando y cuando les da la gana a los muchos niños que juegan cerca de los veladores de los bares de mi calle, ya que sus padres no les dicen ni pamplona, despejan la entrada y puedo pasar. Cuando subo a casa, una única reflexión:
¿Para qué necesito yo una PlayStation con un juego de coches? No la tengo, ni falta que me hace. Lo de que somos el primer país del mundo en consumo de coca, me lo creo absolutamente.
Sonando ahora mismo: Layo & Bushwacka - Life2Live
Etiquetas: proselitismo y demagogia, yomismoísmo
[Enviado por Villaykorte] [25 junio, 2006 13:05]
[Enviado por Anónimo] [25 junio, 2006 23:54]
Y lo de la coca, mejor ni hablo, que yo vivo en el país de los camellos ;)
[Enviado por El conspicuo Morgan] [26 junio, 2006 05:47]
Soñeira: Pues aquí lo tenemos todo... los camellos, los nómadas, los tuareg, las caravanas, las escasas lluvias... lo del semaforazo es eso mismo, aprovechar que un coche se para en un semáforo para reventarle el cristal y llevarse lo que haya dentro a la vista, normalmente (y no es machismo) bolsos de señora. Hurtos de poca monta y mucho fastidio, un clásico de los enganchaos de Sevilla. Besiños, guapetona!
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